FREUD SEGÚN WILHELM REICH


Wilhelm Reich (austríaco, 1897-1957)
Frente al triunfo del fascismo y el nazismo en la Europa de los años 30, asocia la crítica marxista (elogio de la revolución social y política) y el psicoanálisis (invitación a tener en cuenta la existencia de un inconsciente individual) para liberar a los hombres, las mujeres y los jóvenes de la alienación económica y sexual.




Cuatro descubrimientos freudianos

Freud descubrió, por un método particular, al que dio el nombre de psicoanálisis, el proceso que domina la vida del alma. Sus más importantes descubrimientos, que anularon y conmocionaron una gran cantidad de antiguos conceptos —lo cual le atrajo al principio el odio de la gente—, son los siguientes: 

La conciencia (psicológica) no es más que una pequeña parte del campo psíquico; es tributaria de los procesos psíquicos inconscientes que, por esta razón, escapan al control de la ciencia: todo acontecimiento psíquico —incluso aunque aparezca desprovisto de sentido, como el sueño, el acto fallido, los despropósitos de los psicóticos y de los alienados— tiene una función y un «sentido» perfectamente comprensible si se consigue insertarlo en la historia del desarrollo de la persona humana. Debido a este descubrimiento, la psicología que hasta entonces había vegetado bajo la forma de una especie de física del cerebro («mitología del cerebro»), o como la hipótesis de un espíritu objetivo misterioso, alcanzaba repentinamente un puesto entre las ciencias naturales. 

El segundo gran descubrimiento de Freud era el de una sexualidad infantil muy activa, completamente independiente de la función de reproducción: la sexualidad y la reproducción, lo sexual y lo genital no son, pues, en absoluto, idénticos; la disección analítica de los procesos psíquicos ha puesto en evidencia, por otro lado, que la sexualidad o, más bien, la energía, la libido, que es de origen somático, es el motor central de la vida del alma. Las premisas biológicas y las condiciones sociales se van a encontrar en el terreno psíquico.

El tercer gran descubrimiento de Freud fue que la sexualidad infantil, de la que también forma parte lo esencial de las relaciones padre-hijo (complejo de Edipo), es generalmente reprimida porque el niño teme que sus padres lo castiguen por actos y pensamientos sexuales (aquí se encuentra el sentido profundo de la «angustia de castración»); de este modo, la sexualidad queda apartada de la acción y borrada de la memoria. La represión de la sexualidad infantil la suprime de la conciencia sin por ello arrebatarle su energía; por el contrario, la refuerza y la influye de tal modo que se manifiesta en muchas turbaciones patológicas de la vida del alma. Como esta regla se aplica, sin excepción, a todos los hombre vivos, Freud podía decir que su paciente era la humanidad entera.

El cuarto descubrimiento importante en este contexto fue el de que las instancias morales en el hombre no tienen origen supraterrestre alguno, sino que son el resultado de las medidas pedagógicas que, desde la más tierna edad del niño, toman los padres o sus representantes. En el centro de estas medidas pedagógicas se encuentran las que se dirigen a la represión sexual del niño. El conflicto que opone al principio los deseos de los niños a las prohibiciones de los padres se prolonga después en el conflicto interior de la persona entre los impulsos y la moral. Las instancias morales, que pertenecen al inconsciente, chocan en el adulto contra su conocimiento de las leyes de la sexualidad y de la vida psíquica inconsciente, favorecen la represión sexual («resistencia sexual») y aplican la resistencia del mundo contra el descubrimiento de la sexualidad infantil.

La psicología de masas del fascismo (1933), Eds. Roca, México, 1973, versión española de Raimundo Martínez Ruiz.

FUENTE: Michel Onfray, Antimanual de Filosofía. Madrid, Edaf, 2005, págs. 248-249.





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