SPANISH REVOLUTION 7

El movimiento DECRECIMIENTO publica una entrevista con Joaquim Sempere, sociólogo y filósofo afín al movimiento Decrecimiento.
En este enlace se puede leer la entrevista.
Éste es el enlace con la página que alberga la entrevista: SOCIOLOGÍA CRÍTICA
Y éste es el enlace con DECRECIMIENTO

No puedo ocultar mis simpatías hacia este movimiento de ideas, que con los recientes acontecimientos del 15M parece haber recobrado fuerzas. Pero me parece evidente que no son los líderes de la Spanish Revolution. Cuando las cosas iban bien, nadie les hacía caso porque, evidentemente, a los humanos no les gusta decrecer, tener menos, usar menos, correr menos, ganar menos. La idea de decrecimiento, tener menos para vivir mejor, es muy atractiva para las mentalidades recogidas y estoicas, pero mucho me temo que ni siquiera en la Grecia helenística tuvieron muchos seguidores los que las promulgaban. En tiempos de escasez todos nos adaptamos, pero en cuento vienen las vacas gordas, todos a ordeñarlas hasta el final, sin pensar en las consecuencias, como las cigarras en lugar de como las hormigas. Que tengamos un cuento sobre cigarras y hormigas es indicativo de las tendencias de la naturaleza humana. El capitalismo triunfa porque aúna el trabajo con la avaricia. El colectivismo fracasa porque en el fondo nadie quiere tener lo mismo que el vecino, sobre todo si hay oportunidades de tener más.

Otro aspecto de la entrevista que me ha llamado la atención es la referencia que se hace al ecologismo como ideología que puede desembocar en una especie de eco-autoritarismo e incluso en el ecofascismo. Aparentemente, los grupos ecologistas pertenecen al ámbito de la izquierda, e incluso de la izquierda radical. Pero esta insinuación se refiere a la posibilidad de que el ecologismo se convierta en una ideología totalitaria, que sirva para justificar actuaciones autoritarias. La defensa de la Tierra, de la vida, del ecosistema, etc., puede convertirse en una religión, y toda religión tiene su fanatismo, su integrismo. No se trata de criminalizar a los ecologistas, por supuesto, sino de ver la posibilidad de que una idea desemboque en actitudes no democráticas o totalitarias.

Yo entendí todo esto hace unos diez años. En Vilanova i la Geltrú, el gobierno municipal comenzó a organizar la recogida selectiva de residuos, y por ello encargó a un grupo de activistas el proceso de información a la ciudadanía. Un día recibí una llamada telefónica para citarme en una sesión informativa que iba celebrarse en un local de mi barrio, a una hora determinada. No fui, dado que conocía perfectamente los pormenores del proceso. Al cabo de unos días recibí otra llamada:
_Sr. Pradas, le llamamos porque no estuvo usted en la sesión informativa del otro día.
_Bueno, es que no tenía necesidad de ir_ respondí.
_Puede asistir a otra sesión que se celebrará la próxima semana, es importante que vaya...

Le dije que gracias, que ya vería qué hacía. Tampoco me presenté. A los pocos días, otra llamada:
_Sr. Pradas, no asistió usted a la sesión informativa del otro día...
_Disculpe, ¿cómo sabe que no estuve?
_Es que llevamos un control de asistencia.
_¿Han controlado a todos los que no se han presentado? ¿Qué pasa, es que estoy obligado a ir?
_Sí, es que todo el mundo tiene que estar informado...
_Y si yo no quiero asistir, ¿me va a pasar algo? Disculpe que se lo pregunte en este tono, pero es que el suyo me está comenzando a parecer un poco totalitarista_ le dije, ya bastante molesto.

La cosa acabó aquí, ya no recibí más llamadas de esta organización. Pero me quedó la impresión de que un conjunto de personas, bastante jóvenes, se había tomado muy en serio la misión de informar a todo el mundo, por lo cual veían justificado controlar la asistencia a sus sesiones y perseguir a los que no habían ido. Desde entonces comencé a sospechar del posible sesgo totalitarista de una ideología que tiene componentes soteriológicos, es decir, que puede pasar por alto la existencia de los individuos (y sus derechos individuales) ya que contempla el mundo desde la perspectiva de lo colectivo, pero no sólo de lo colectivo social, sino más aún, de lo colectivo biológico que hay que preservar.

Por esta razón entiendo que los partidarios del decrecimiento acaben advirtiendo, como aparece en la entrevista, de que el futuro tiene dos vías: o decrecemos de una manera controlada y voluntaria, o tarde o temprano nos veremos obligados a decrecer de una manera impuesta, por la fuerza de nuestro depauperado ecosistema, o por la fuerza que impongan nuestros ecologistas del futuro. Ninguno de los dos caminos me parece atractivo, así que reciclo y no me obsesiono por el crecimiento.

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